«Una tarde no fui a trabajar y lo vi caminar y no pudo llegar de la pieza a la cocina», relató su mamá, Silvia.
La mujer explicó que su hijo «comía todo el día, no hacía gimnasia, y de la escuela volví a casa a mirar tele».
«Él es loco de los guisos, las carnes y el pan. Ahora no come pan, la carne es un pedacito, y no lo extraña. Yo antes tenía miedo. No le dieron pan dos días y yo le dije a los nutricionistas si no le podían dar una galletita», aseguró.
Hoy lucha por alcanzar un peso saludable que le permita disfrutar de la vida que tiene por delante.