ORIBU GASTROBAR, LA MEJOR FUSIÓN DE COCINA ASIÁTICA Y ESPAÑOLA

29 enero, 201517

La fusión de la cocina española más tradicional y las técnicas y presentaciones propias del lejano Oriente es la apuesta de Oribu Gastrobar, un establecimiento dividido en tres ambientes y con una terraza secreta en su interior. Esta propuesta rompedora aplica a la cocina mediterránea de alta calidad, la innovación de la cultura asiática. Todo un placer para los paladares más exigentes.

Oribu Gastrobar viaja entre Oriente y Occidente para fusionar platos cien por cien españoles con recetas y sabores propios de la cocina oriental, como el tataki o los futomakis. Una propuesta que combina el espíritu íntimo asiático con el de las tabernas españolas embarcándote en un delicioso viaje gastronómico.

La carta del gastrobar viaja entre los dos mundos para ofrecer primero platos para compartir como las croquetas cremosas de jamón ibérico fritas en pan japonés; huevos rotos de corral con patatas confitadas y atún rojo o el arroz meloso de pulpo, jugo de nécoras y edamame.

Arroz-meloso-de-pulpo,-jugo-de-nécoras-y-“Edamame” — Arroz meloso de pulpo, jugo de nécoras y 'Edamame'.

El recorrido culinario de Oribu hace una parada en los sushis con un giro diferente: nigiri de salmón gratinado teriyaki o de atún rojo Bilbao-Tokyo; futomaki de langostinos fritos en tempura con mayonesa de curry y lima o un original atún rojo, tomate lio, aceitunas negras y piparras vascas.

Del mar proceden también el espeto de atún kabayaki, romesco y aceite de ajo; el tataki de pez mantequilla, salsa miso-yuzu y bonito seco o el ceviche con leche de tigre nikkei. El pulpo asado teriyaki con ali-oli de los tallos y hojas de wasabi y el tartar de atún rojo, limas, chipotle y regañás completan el menú marino.

Para carnívoros, además de las imprescindibles albóndigas en guiso de cacahuete y kimcheé, hay sitio para las carrilladas ibéricas al curry rojo; un steak tartare “East and West” o la hamburguesa 100% de presa ibérica a la barbacoa japonesa. Los postres incluyen sorpresas como la torrija de sobao pasiego, lemongrass y helado de yogur búlgaro, ejemplo del mestizaje culinario de Oribu y una de las propuestas de mayor éxito de la carta.

Albóndigas-de-pollo-de-corral-en-guiso-de-coco,-cacahuete-y-kimcheé — Albóndigas de pollo de corral en guiso de coco, cacahuete y kimcheé.

Tres ambientes diferentes

Con el mismo espíritu de aproximar ambos mundos, el prestigioso arquitecto Álvaro Oliver Bultó ha creado diferentes atmósferas en el local que avanzan desde la taberna española hasta el comedor íntimo asiático. Organizado en tres ambientes, Oribu recrea también esa combinación de culturas en su decoración, donde los muebles vintage se mezclan con lámparas contemporáneas en una puesta en escena cuidadosamente casual.

La entrada al local justifica el apelativo “gastrobar” en un ambiente en el que, además de picar en sus mesas altas, pueden disfrutarse combinados y vinos con denominación de origen, como Rioja, Ribera del Duero o Somontano.

Subiendo las escaleras, una cómoda buhardilla es el lugar idóneo para comidas o cenas íntimas.

En la planta baja, un acogedor comedor con mesas de madera envejecida.

Y en el interior, un salón privado con chimenea y sillones Chester que invita a disfrutar de la cocina sin prisas y da paso a una terraza secreta.

El equipo de Oribu

Iván Zhan y Mark Lee, dos jóvenes emprendedores de origen asiático afincados en España desde su infancia, son el alma de Oribu (oliva, en japonés). Zhan, procedente de una familia de tradición hostelera, fundadores del grupo TAO, trabajó en la Expo de 2010 en Shanghai y en la importación de productos gourmet españoles. Lee, por su parte, tras cursar un MBA, decidió fundar junto a su socio Oribu Gastrobar, el espacio en el que ambos han fusionado sus sueños de cocina.

Al frente de los fogones del establecimiento se encuentra Óscar Horcajo. La joven promesa que trabajó en el Pabellón de España en la Exposición Universal de Shanghai (China) en 2010 para Pedro Larumbe, es hoy un cocinero de altura. Tras estudiar a fondo la gastronomía del país asiático y trabajar cinco años en los reconocidos Nodo y Pandelujo en España, junto a su mentor Alberto Chicote, las creaciones del chef han adquirido personalidad propia.